Julián Aguirre (II)
I. BIOGRAFÍA Establecer certeramente su cronología no es fácil. El tiempo, el descuido, los datos apresurados, han creado un cúmulo de dudas y de problemas. Algunas fechas tal vez deban modificarse tras nuevas investigaciones, sobre todo en los primeros años. Otras quizá nunca puedan ser verificadas con exactitud. Julián Antonio Tomás Aguirre, hijo del vasco Juan Aguirre y de la argentina Lorenza Díaz, fue bautizado en la parroquia de San Ignacio, en Buenos Aires. En 1873 fue con sus padres a España, residieron un tiempo en Tarragona y luego en Madrid, donde Juan Aguirre instaló un comercio de pianos. En la capital española se vinculó con hombres de honda raíz castiza como Francisco Asenjo Barbieri, Benito Pérez Galdós, Felipe Pedrell e Isaac Albéniz. Por consejo paterno inició los estudios de derecho, que abandonó poco después para dedicarse a la música. A instancias de Galdós ingresó en el conservatorio madrileño. Estudió piano con Carlos Beck y composición con Emilio Arrieta, trabajó con Aranguren armonía y con Cató fuga. Entre 1885 y 1886 ganó premios de piano, armonía y contrapunto en el Instituto Hispano. En 1887 volvieron a Argentina y se establecieron por dos años en Rosario, donde Julián hizo parte de su servicio militar, ya que el general Mitre le concedió ciertas facilidades para que no interrumpiera su carrera artística. Allí, en Rosario, presentó su Mazurca española para piano y editó en 1888 la polka ¡Victoria! Instalado en Buenos Aires, formó parte de la Comisión Nacional de Bellas Artes. Ese mismo año de 1893 nació el Conservatorio de Música de Buenos Aires, en el que desempeñó una fructífera tarea como profesor y secretario durante 23 años, supliendo a Williams en la dirección cuando éste viajaba a Europa. Hacia fines de siglo comenzó la aparición de sus obras de orientación nacionalista: los Aires criollos y los Aires populares, y en 1898 se editó el primer cuaderno de Aires nacionales argentinos, los Tristes. Dos años después publicó su libro de poesías Prima verba. En 1901 se casó con Margarita del Ponte, hija del compositor Clementino del Ponte, con quien tuvo cinco hijos. A partir del momento en que se radicó en Buenos Aires su vida se repartió entre la docencia, la composición, el concierto y el periodismo. A su lado se formaron pianistas y compositores que alcanzaron singular importancia en la historia de la música argentina, valgan como ejemplo André, Drangosch, Piaggio y Rafael González. En 1912, al crearse la Asociación Wagneriana, fue su primer presidente. En 1916 se separó del Conservatorio de Buenos Aires y fundó la Escuela Argentina de Música, que pronto extendió su radio con sucursales en muchas ciudades del país. Su obra como creador, intérprete, crítico y profesor continuó sin pausa hasta su muerte. Los recuerdos que llegan a través de sus amigos lo reflejan como un bohemio elegante, magnífico intérprete de Schumann, asiduo lector y conocedor de la literatura y el teatro inglés, francés e italiano, conversador inteligente, de espíritu fino y sutil, con una personalidad profunda y rica que se proyecta más allá de su obra.
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